Diferencias entre el Sistema Educativo
de Finlandia y España
¿Qué podemos aprender del sistema educativo de Finlandia, considerado el
mejor del mundo? Quizá que allí prima el desarrollo de la curiosidad, la creatividad,
la experimentación… La enseñanza no se consigue transmitiendo información que
se repite hasta memorizarla, sin lógica razonada. Para los finlandeses es
más importante aprender a pensar que memorizar. El Gobierno no es
quien decide el sistema educativo, sino que cada colegio tiene autonomía para
organizar su programa de estudios consensuada entre los profesores y los
alumnos.
Aquí en España, cada
Gobierno que sale elegido saca una nueva ley de enseñanza sin tener en cuenta a
los directamente implicados (alumnos, profesores y padres). Sin embargo, en
Finlandia tienen el mismo modelo educativo desde los años 70 y para organizar
el curso los docentes hacen propuestas y los adolescentes participan en ellas
dando su opinión e informando de sus intereses.
En Finlandia, los profesores tienen muchísima libertad sobre cómo
hacer sus clases y qué material utilizar. Son muy respetados y valorados, ya
que para llegar a ser docente es necesario cursar tres años de licenciatura y
dos años de máster. El acceso requiere una nota elevada (más de 9 sobre 10) y
una dura prueba de selección. Dan sus clases de forma divertida, con juegos y
uso de recursos TIC, vídeos, cómics, música... En España, se le ha tenido cada
vez menos respeto a los profesores hasta el punto de que se han dado casos de
agresión a éstos por alumnos y por padres de alumnos, sin poder hacer nada al
respecto, por lo que se han tenido que convertir en autoridades por ley para
combatir su estado de indefensión (LEY 3/2012, DE 10 DE MAYO, DE AUTORIDAD DEL
PROFESORADO).
Nuestro sistema
educativo se ha basado casi siempre en el Método Tradicional, totalmente
rígido, con un papel pasivo por parte del alumno, en el que no se permite el
error (se corrige enseguida) y la clase se da en la lengua materna del
aprendiente, en contraposición del Método Comunicativo del modelo finlandés,
donde el alumno es el protagonista del proceso de enseñanza/aprendizaje,
expresa sus necesidades, se arriesga a cometer errores y a corregir sus propias
producciones y tiene autonomía sobre su aprendizaje. En Finlandia, la educación
se basa en la confianza. Los padres confían plenamente en los profesores y los
profesores confían en los alumnos. Así, aquéllos pueden ausentarse cuando lo
consideren oportuno para que los adolescentes puedan trabajar solos en sus
proyectos. No hay cabida para un sistema de control. Están convencidos de que
las personas se comportan mejor y consiguen mejores resultados cuando se
encuentran en un entorno de confianza.
Las clases españolas
tienen un solo recreo de media hora en las horas centrales de la jornada
lectiva de la mañana en educación infantil y primaria, y varios recreos de 15
minutos cada 2 o 3 horas de clase en educación secundaria. Los pequeños
empiezan su vida escolar a edades muy tempranas y, aunque la educación básica
obligatoria (primaria) empieza a los 6 años, algunos padres llevan a sus hijos
a Educación Infantil entre los 0 y 5 años, pero esto es opcional. La educación,
que debería comenzar en casa con los padres, se espera que se aprenda en la
escuela. Todos conocemos la gran cantidad de deberes que se les pone a los
alumnos en primaria.
Los finlandeses tienen
numerosos descansos de 15 minutos al aire libre entre clase y clase cuya duración
es de 45 minutos aproximadamente, el tiempo habitual en el que el alumno puede
estar totalmente concentrado. Así no salen cansados y retienen mejor todo lo
que se les explica. Tienen menos horas lectivas y su educación empieza más
tarde, a los 7 años. La lengua y la socialización empiezan en casa. No hay más
de 20 alumnos por clase ni más de 500 por centro. Están obligados a aprender
inglés y sueco y optativamente alemán, italiano o francés y, últimamente, cabe
destacar el español. También hay materias más lúdicas y artísticas como baile,
cocina, hockey,… La cantidad de deberes a hacer en casa en educación primaria
se reduce al mínimo para potenciar la asistencia a actividades extraescolares.
Los adolescentes finlandeses conocen bien la importancia de la educación y
desde muy jóvenes pueden elegir si quieren estudiar la “educación general” (la
que prepara para ir a la universidad) o la “vocacional” (formación técnica para
un oficio). Es por ello que los estudiantes están muy motivados. Un
adolescente medio de Finlandia terminará la Secundaria con excelentes notas,
hablando inglés a la perfección y leyendo un libro por semana. Esto es
lo normal para un finlandés. En España no hay motivación posible debido a la
tasa de paro tan elevada entre jóvenes y no tan jóvenes. Un adolescente medio
español, acabará sus estudios secundarios obligatorios (si no los abandona)
aprobando por los pelos, chapurreando cuatro palabras en inglés y sin el menor
interés por la lectura.
Otra diferencia es que
en España se hacen puentes larguísimos por fiesta y en Finlandia, si una
escuela hace puente (decidido por el propio centro), antes obliga a sus alumnos
a salir de clase un poco más tarde cada día hasta compensar las clases que
vayan a perder. No hay repetidores, y tampoco hay más de una oportunidad para
aprobar, si no lo haces, se quedan todos los días una hora más hasta que lo
aprenden y si no, estudian en verano. Cuando los profesores ven que algún
alumno tiene problemas, se le asigna enseguida un profesor de apoyo. Tiene
clases extra. Están muy pendientes y no dejan que se retrase. En España, se
puede repetir curso sólo una vez en educación secundaria; antiguamente, te
podían quedar asignaturas para el verano y los profesores no te prestaban más
atención si ibas mal.
En Finlandia, un apoyo
a la tarea del maestro en la escuela son los medios de comunicación. El éxito
en la enseñanza del inglés se debe a que los programas de televisión, series y
películas extranjeras son en inglés y no están dobladas, únicamente se subtitulan
en finés. Además, en las librerías hay multitud de libros (casi la mitad) en
inglés y también se venden periódicos en dicho idioma. En España, las series y
películas extranjeras están dobladas al español, aunque actualmente existe la
posibilidad de escucharlas en versión original e incluso subtitularlas.
Es muy gratificante,
que hoy en día haya un gran aumento en el interés por el español. De hecho, en
Finlandia, se ven series como “Aquí no hay quien viva” o “Los Serrano” en
versión original. Por otra parte, en España hay una colonia de finlandeses en
Fuengirola, en la que se ha tomado como modelo de enseñanza el suyo propio y no
se han adaptado al modelo educativo español porque no les parece el más
conveniente. El objetivo principal de su enseñanza es que las segundas lenguas
sean un instrumento para aprender otros conocimientos, atender otros asuntos
diarios, o sea, no un fin en sí mismo. Ese es el mensaje que los profesores
quieren comunicar a sus alumnos.
Los alumnos
finlandeses gozan de material, transporte escolar, comida y matrículas
gratuitas incluso en la universidad. Todo lo cubren los impuestos de los
ciudadanos y allí, la mayor partida presupuestaria va dirigida a la educación.
En España no hay que mencionar los recortes que ha habido en educación, el
tener que pagar los libros de texto cada año (puesto que los cambian de un año
para otro), el menor número de subvenciones a los colegios públicos, la subida
de las tasas en la universidad y el endurecimiento del sistema de becas en
cuanto a los requisitos académicos y económicos que hay que cumplir para
acceder a ellas.
¿Aún no se ve
claramente la diferencia entre el éxito en educación (entre otras cosas) de un
país como Finlandia y el fracaso estrepitoso de España? Aunque ya se hayan
hecho ciertos retoques en la enseñanza, debería revisarse con urgencia el
sistema educativo español haciendo hincapié en la formación del profesorado y
en las asignaturas en las que deben destacar los alumnos, tan importantes como
la lengua, las matemáticas y los idiomas si tenemos aún esperanza en que
nuestros jóvenes de hoy puedan ser ciudadanos bien formados, responsables para
el futuro, capaces de sustentar la cada vez más vieja población y más
competitivos, para que un día dejemos de ser los ya obligados “Españoles por el
mundo”.